20.4.07

Pedro y Octavio

El tema que hoy me ocupa tiene que ver un poco con la muerte (para variar de nuevo) y es en relación a dos fechas que acaban de pasar, la primera ayer y la segunda el domingo pasado. Empecemos por el principio, la primer fecha que quiero recordarles a las dos personas que van a leer esto es la de ayer, 19 de Abril de 2007, aniversario luctuoso de Octavio Paz. Nuestro no poco homenajeado Nobel de Literatura cumplió nueve años de haber ido a bailar con la más fea, de "colgar" los tennis, de estirar la pata. No me voy a poner a hablar de su muerte y decir que me hace falta, que lo extraño, yo creo que sus familiares si lo extrañan, pero yo no . Dejó un buen legado literario el cual está a la mano de cualquier persona que tenga la intención de leerlo. La segunda fecha es la que aconteció el domingo pasado, 15 de Abril de 2007, en la cual se cumplieron cincuenta añotes de que el ídolo de Guamúchil, Pedro Infante, se fue al otro barrio, es decir, se le terminó la vida. A él, con el respeto que me merecen los millones de señoras que lo aman y recuerdan, tampoco lo extraño y mucho menos me hace falta, aunque no he de negar que ha sido uno de los mejores actores que ha dado México (con todo respeto para Roberto Palazuelos y Carlos Bonavides alias "Huicho Domínguez") y que ver sus películas es un verdadero deleite, sobre todo esas peditas tan sabrosas que se ponía.
El caso es que quería recordar a dos personajes importantes en la historia del país, cada uno en su ámbito el cual desempeñaron de manera ejemplar.
Una vez recordado lo que se tenía que recordar les participo de las preguntas que me hice en días pasados: ¿qué hubiera sido de México si Octavio Paz hubiese muerto a los cuarenta? ¿qué sería de Pedro Infante si viviera todavía?; para la primera pregunta tengo la respuesta más fácil; si Octavio Paz hubiese muerto a los cuarenta ahorita todo seguiría igual, sólo hubiéramos carecido de un buen legado literario en nuestras bibliotecas y de un buscador incanzable de la democracia, pero no lo extrañaríamos, soy de los que piensan que no se extraña lo que no se conoce. La única diferencia es que el Nobel se lo hubieran dado a Carlos Cuauhtémoc Sánchez pienso yo.
La segunda pregunta está un poco más compleja; si Pedro Infante viviera sería un merengue el pobre, ya me lo imagino de invitado especial de Adal Ramones a sus casi noventa años teniendo que soportar los chistes tan inteligentes que se gasta (es enserio lo de inteligentes). Estoy seguro que lo hubiéramos visto en ese programa sensacional que se llamó Cantando por un Sueño (o sueldo, da igual) buscando darle la boda de sus sueños a una pareja igual de sensacional. No hubiera podido faltar a un súper openning de la Academia, en el cual, si yo hubiese sido el productor habría puesto a los alumnos en dos partes iguales, por el centro entra Pedro cantando amorcito corazón yo tengo tentación de un beso y todos los participantes silbarían al unísono como lo hacía la Chorreada (Blanca Esthela Pavón) en "Nosotros los Pobres". Mejor aún, ahorita sumaría una cantidad inmensa de de películas, al lado de Rafael Inclán, Mario Almada y Vicente Fernández (una película de Chente con Pedro sería un éxito rotundo). Si Pedro Infante viviera es posible que estuviera en los mítines del Peje en el zócalo gritando voto por voto, casilla por casilla al lado de María Rojo y Dolores Padierna, las cuales buscarían a toda costa seducirlo (mil veces Pedro que René Bejarano). Aparecería en los programas de revista cantando la versión moderna de Amorcito Corazón yo tengo tentación de un beso, la cual masomenos dice yo lo único que quiero es un besito bien cachichurris pichurris....Ya le hubiesen ofrecido un reality show obviamente ("En Busca del Nuevo Pepe el Toro") y sería compadre de la talentosa y humilde Salma Hayek (lo de talentosa es enserio también). Eso sin contar los miles de hijos que le hubieran salido de aquí y de allá los cuales (todos, sin excepción alguna), hubieran seguido la carrera del padre (por eso de que el talento se lleva en la sangre) y todos habrían terminado en los espectaculares repartos de lo que callamos las mujeres, la vida es una canción y RBD. En fin, nuestro querido Pedro haría tantas cosas que ya no tendría tiempo para volar, que aparte de las mujeres, era lo que más le gustaba hacer.
Después de que pensé en todo lo anterior me quedó la certeza de que Dios si existe y sabe porque hace las cosas, que bueno que nuestro Pedro se fue cuando se fue, así lo recordamos con buenas películas y sin la contaminación del "show bussines" (a mi me gusta recordarlo con las peditas que se ponía en sus no pocos filmes); que bueno que Octavio se murió cuando se murió, así tuvo tiempo de dejar una herencia cultural e ideológica muy importante la cual debe de ser más aprovechada por los mexicanos, a los cuales, después de todos los pesares habidos y por haber (incluyendo al Peje y RBD) Dios no ha olvidado...
Pedro Yons

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